Washington, 7 jun (EFE).- Las víctimas de violencia armada en EE.UU. son 45.000 flores sembradas en la enorme explanada frente al monumento a Washington, convertida este martes en un templo al aire libre para reclamar de una vez por todas una solución a la tragedia de las armas de fuego.
A Gabby Giffords, excongresista demócrata herida gravemente en un tiroteo que le dejó secuelas, no le tiembla la voz cuando exige "audacia y valentía" para acabar con el problema de las armas de fuego en Estados Unidos.
Se lo pide a sus excompañeros del Partido Demócrata, muchos de ellos de pie a su alrededor mientras presenta el memorial que su fundación trajo este martes de vuelta a Washington después de un año recorriendo varias ciudades del país.
Se lo pide también a los activistas y supervivientes de la violencia con armas que han acudido al acto para hablar sobre su experiencia luchando contra la devastación de los tiroteos en sus comunidades.
Y se lo pide a la prensa, al círculo de cámaras, fotógrafos y periodistas que rodean a la comitiva mientras se suceden los discursos, las voces rotas, las lágrimas y las expresiones de rabia.
UNA EPIDEMIA DE VIOLENCIA
Cada año mueren en Estados Unidos más de 40.000 personas por disparos, una cifra que el año pasado aumentó a 45.000.
Esas 5.000 vidas de más que se ha cobrado la violencia con armas de fuego están representadas por 5.000 flores naranjas que se han añadido al memorial de flores blancas en su retorno a Washington, después de haber sido expuesto en ciudades como Nueva York, Houston, Miami o San Francisco.
Los tiroteos fueron la principal causa de muerte entre niños y adolescentes en 2020, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Y aunque la atención de los medios se centra sobre todo en tiroteos masivos como el de Uvalde (Texas), donde un joven de 18 años armado con un rifle semiautomático asesinó recientemente a 19 estudiantes y dos maestras en una escuela primaria, la mayoría de estos menores pierden la vida en incidentes mucho más pequeños.
Es por eso que la mayoría de activistas tratan de enfocar el problema de las armas de fuego como un problema de salud pública, una epidemia de violencia armada que debe ser atacada por políticas y financiación específicas.
INVERTIR CONTRA LAS ARMAS
"Lo que pido son inversiones. En mi comunidad no puedes encontrar un buen trabajo para la gente joven en más de 10 millas (16 kilómetros) a la redonda", explica a Efe el organizador nacional del equipo de Juventud y Universidades de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP), Derrick Lewis.
Lewis, que tiene 27 años, lleva desde que se graduó del instituto dedicado al problema de la violencia armada. Durante su discurso lee una lista de amigos y familiares que no pudieron llegar a cumplir los 28 años por haber muerto en tiroteos en su comunidad del estado de Texas, y la voz se le quiebra.
A medida que avanza el acto y los políticos abandonan el memorial, la gran mayoría de los periodistas dejan de cubrir los discursos, que recaen ahora sobre los supervivientes y activistas. Lewis cree que esto es un problema.
"Deberíamos darle atención a los políticos, porque deben responder por sus actos de manera pública, pero su trabajo no está aquí fuera. Su trabajo está en la Casa Blanca, en el Congreso, donde se pueden cambiar las políticas", defiende el joven activista.
"Dejadnos esto de aquí fuera a nosotros, y ocupaos vosotros de cambiar las cosas dentro", le gustaría decirle a la comitiva de representantes demócratas.
"EL MUNDO ESTÁ PENDIENTE" DEL CONGRESO
Entre el grupo de congresistas y senadores que arropaban a Gabby Giffords durante la presentación del memorial, Chris Murphy, el senador que está liderando las conversaciones entre demócratas y republicanos para tratar de aprobar legislación de control de armas en el Senado, defendió que "el mundo está pendiente" de lo que decidan por la repercusión del tiroteo de Uvalde.
"Pero en este país", dijo el senador, "hay una masacre cada noche. Solo en Estados Unidos te despiertas una mañana con la noticia de que 110 personas han muerto por disparos el día anterior".
La idea de que el problema de la violencia con armas de fuego es algo intrínsecamente estadounidense resonó también en el discurso de la congresista Lucy McBath, cuyo hijo de 17 años murió por disparos en 2014.
"Estas 45.000 rosas representan el inquietante número de muertos de nuestra epidemia de violencia con armas singularmente estadounidense", lamentó McBath.
UNA MÍNIMA LEGISLACIÓN
En el evento participaron además los líderes de los demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, quienes están tratando de aprovechar la atención mediática suscitada por las recientes tragedias para aprobar una mínima legislación que permita limitar el acceso a las armas de fuego en el país, para lo que necesitan apoyos republicanos en la Cámara Alta.
Aunque muchos son escépticos de que pueda salir adelante cualquier legislación por el bloqueo republicano en el Senado, para el director ejecutivo del Fondo para la Acción por la Justicia Comunitaria (CJAF), Greg Jackson, el momento es ahora.
"Necesitamos una estrategia amplia que tenga en cuenta la proliferación de armas en nuestras comunidades más vulnerables, que es donde las empresas de venta de armamento están teniendo sus mayores beneficios", explica a Efe el activista.
"Y hasta que nuestros políticos no se den cuenta de eso vamos a seguir lidiando con esto" lamenta. Ante la pregunta de si ve probable que esto ocurra, Jackson vuelve la mirada hacia el campo de flores blancas y dice: "No les queda otra".
Jorge Dastis
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