Kigali, 16 dic (EFE).- Ruanda quiere convertirse en un país libre de plásticos. Tras prohibir las bolsas de polietileno en 2008 y estar durante más de una década en la vanguardia mundial de la lucha contra ese material, el país busca endurecer aún más la legislación.
En la actualidad, el Gobierno ruandés prepara un programa ambicioso para prohibir todos los plásticos de un solo uso, desde las pajitas hasta las botellas de plástico.
Así, Ruanda -donde importar, producir, usar o vender bolsas de polietileno ya está penado con multas e incluso la cárcel- tendrá una de las legislaciones contra el plástico más duras del mundo.
“Ese es el siguiente paso que Ruanda debe dar. No es una tarea sencilla. Pero tampoco era fácil prohibir por completo las bolsas de plástico, y aun así lo conseguimos”, dice a EFE la ingeniera ambiental Adeline Cyuzuzo.
Cyuzuzo trabaja como asistente ejecutiva de la ONG The Green Protector. Todos los miembros de su organización son ruandeses jóvenes y tienen en común su pasión por la naturaleza.
Entre otros programas, organizan eventos en los colegios e institutos de Ruanda para concienciar a los estudiantes sobre la crisis climática o la importancia de proteger el medio ambiente.
“La naturaleza es parte de la identidad de Ruanda y hace que nuestro país sea hermoso y único. La mayor parte de la superficie de nuestro país es rural. Además, el 70 % de los ruandeses son agricultores y dependen de nuestros suelos fértiles para obtener su sustento”, señala Cyuzuzo.
Por eso, subraya, las batallas del Gobierno ruandés contra la contaminación plástica tienen mucho sentido en esta nación.
La joven experta observa con preocupación las inundaciones, los cambios en los patrones climáticos y los deslizamientos de tierra, que se suceden cada vez con más frecuencia en Ruanda.
“Si no hacemos nada, esos problemas seguirán teniendo impactos en el medio ambiente y, después, también en los medios de subsistencia de muchos ruandeses. Permitir que esa degradación ambiental ocurra sin oponer resistencia simplemente no es una opción”, añade.
LA GRAN TRANSFORMACIÓN DE RUANDA
Ruanda ya no es el país que en 1994 se hundió en un genocidio que acabó con las vidas de al menos 800.000 personas en tres meses. Ese país ha desaparecido.
En su lugar, los ruandeses han construido una nación que, después de superar en buena medida las diferencias que desencadenaron esas matanzas, quiere seguir creciendo.
Y, para las autoridades ruandesas, la protección del medio ambiente debe ser parte de esa transformación.
Los proyectos conservacionistas del país han conseguido llenar otra vez de animales las sabanas del parque nacional de Akagera, diezmadas por el furtivismo tras décadas de inestabilidad política, o proteger a los gorilas de montaña, una especie en peligro de extinción y gran atractivo turístico nacional.
Según algunos críticos que hablaron con EFE bajo anonimato, el Gobierno ruandés está usando sus esfuerzos para proteger el medio ambiente con el fin de lavar su imagen y su largo historial de denuncias de represión contra sus opositores políticos.
Pero es innegable que Ruanda está consiguiendo resultados positivos. Y el trabajo incansable de conservacionistas como Cyuzuzo es responsable de esas mejoras
“Recuerdo que Ruanda no era un país tan limpio como ahora. Había muchas bolsas de plástico en las lagunas y en los ríos. En ocasiones los desagües se atascaban. Y esa contaminación terminaba en los terrenos agrícolas, dañando la productividad del suelo”, apunta.
Las calles de Kigali son las más limpias del este de África. Al contrario que en otras ciudades de la región, es casi imposible encontrar restos de plásticos.
Todo tipo de edificios modernos se mezclan con casas más humildes en las colinas verdísimas de esta urbe sin bolsas de polietileno.
RUANDA, UN LÍDER MUNDIAL CONTRA EL PLÁSTICO
Ruanda está tardando más de lo esperado en prohibir los plásticos de un único uso. Las empresas que operan en el país han pedido a las autoridades que prorroguen esa norma, aprobada por el Parlamento del país en 2019.
El sector privado quiere más tiempo para encontrar materiales alternativos, no dañinos para el medio ambiente.
Aun así, los planes de Ruanda siguen en marcha, asegura a EFE Michelle DeFreese, del Instituto de Crecimiento Verde Mundial (GGGI), organización que asesora al Ministerio de Medio Ambiente ruandés.
“El Gobierno reconoce que para muchas empresas no es sencillo usar alternativas más ecológicas, pero las negociaciones no se han detenido”, explica DeFreese.
Ruanda no se duerme en los laureles, como demostró el pasado marzo en la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente (UNEA-5) en Nairobi, pues la histórica resolución aprobada allí para negociar el primer tratado global contra la contaminación plástica se basaba, en gran medida, en una propuesta del país africano y Perú.
El país pidió entonces la colaboración de toda la comunidad internacional.
“Sólo una acción internacional unida permitirá y fomentará soluciones locales. Necesitamos compromisos obligatorios y concretos para salvaguardar el futuro de nuestro planeta”, indicó la directora general de la Autoridad para la Gestión del Medio Ambiente de Ruanda, Juliet Kabera.
La contaminación plástica es, según Ruanda, un problema global que debe resolverse entre todos.
Pablo Moraga