CLEVELAND, Ohio — Una comunidad católica latina en Youngstown, ciudad vecina de Cleveland, reclama por lo que considera una injusticia cuando se les despojó de su centro de rezos y la posibilidad de tener misas en español.
A pesar de que la diócesis alega lo contrario, este grupo ha elevado sus quejas hasta el mismo Vaticano con la ayuda de un connotado abogado que ha visto 170 casos de la misma índole en su carrera.
“Esta historia tiene que analizarse en dos niveles: por un lado, los detalles específicos de lo que le ocurre a la comunidad de Santa Rosa –expulsada de su casa en Camel hacia Youngstown– y por otro lado que se trata de una comunidad ‘ciento por ciento’ hispana”, nos dice Peter Borré, con amplia experiencia en derecho canónico.
La respuesta de la diócesis a una carta de Aída Pacheco, líder comunitaria de Santa Rosa de Lima, fue de entorno evasivo.
En su misiva del 12 de septiembre, Aída le pide específicamente al monseñor Griffin permitir que su grupo permanezca en Campbell; que cancele la orden de no ofrecer misas en español impuesta por el padre Jerek; y anular la controvertida regla de prohibir hablar español en las clases de educación religiosa para los niños.
“La diócesis en sí sigue con la misma actitud”, acota Felipe González, vocero principal de la comunidad de Santa Rosa y esposo de Aída.
Hace tres años se inició la batalla legal. Inicialmente con aparentes buenos resultados; sin embargo, la historia dio un giro inesperado.
“Creo que cualquier persona razonable concluiría que hace tres años y medio, Roma recibió la apelación de Aída Pacheco y muchos otros en Santa Rosa y lo resolvió de una manera [por decirlo de alguna manera] muy propia del Vaticano. Nadie fue despedido”, destaca Borré.
Pero al menos desde la perspectiva de Santa Rosa, el problema parecía haber sido resuelto hasta junio de este año.
“El sacerdote a cargo de la iglesia de Saint Lucy, casa espiritual de un grupo italiano-americano, y de Santa Rosa, básicamente informó al grupo de Santa Rosa que tendrían que trasladarse a Youngstown, y que eso iba a ocurrir en septiembre”, explica Borré.
Muchos podrían pensar que sólo se trata de cambiar de un lugar a otro. Pero las implicancias en el campo de la fe van más allá de una simple mudanza.
“Permíteme decirte algo en base a mi experiencia a partir de los 170 casos que he manejado. Cuando los parroquianos son expulsados de sus iglesias, ya sea porque la iglesia debe cerrar u otro grupo ingresa, una de las cosas que escuchas con frecuencia es que se trata sólo de ladrillos, que una iglesia es igual que cualquier otra. Bueno, eso –y trataré de usar un lenguaje permitido– no tiene sentido alguno”.
El más grande conglomerado de ladrillos en el mundo católico, dice Borré, es su iglesia, la Basílica de San Pedro en Roma, Italia.
“Cualquier persona que conozca el sentimiento católico sabe del vínculo espiritual creado entre el devoto y la fe dentro de ese lugar en particular”, insiste.
Y todos los caminos al parecer conducen siempre a Roma. El aspecto legal prosigue en predios de la Santa Sede con el liderazgo de Borré.
“Estas personas son hermanos y hermanas católicos, tienen ciertos derechos bajo la ley canónica, y es por eso por lo que estamos luchando a través de una apelación canónica. Esto es la ley de la iglesia católica. Ya tuvimos éxito una vez; no garantizo un final de película pero Dios lo sabe, vamos a intentarlo porque lo que hicieron está simplemente mal (…) Deseo que este grupo permanezca unido porque están en lo justo, y vamos a llegar hasta las últimas consecuencias [legales]”, afirma el abogado.
Mientras terminábamos este artículo, una llamada de Peter Borré nos informó sobre una posible luz de esperanza para la comunidad de Santa Rosa de Lima.
Aída Pacheco nos confirmó que el alcalde de Campbell les ha ofrecido un lugar para quedarse en su municipalidad a cambio de una donación simbólica de 1 dólar.
Este ofrecimiento está sujeto a la aprobación del Concejo Municipal.
