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Realizando un sueño centroamericano

por Virginia Paguaga (virginia.paguaga@lamegamedia.com)


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CLEVELAND, Ohio — Blanca Hernández, viajó hace 27 años de El Salvador a Cleveland en busca del famoso “sueño americano”: continuar con el negocio de la cocina en este país y tener su propio restaurante. 

En El Salvador tenía “Las tortas Guanacas” que vendía en carritos ‘sandwicheros’ en la calle, pero las ganancias apenas daban para darle de comer a su familia. 

Tampoco le fue fácil al llegar a este país; las barreras del idioma y la falta de dinero frustraron sus metas.

Aunque la pasión nunca la abandonó, por 24 años trabajó muy duro en muchos restaurantes de prestigio en Cleveland hasta que un día sufrió un accidente en su lugar de trabajo. Se quebró su mano y la mantuvo deshabilitada sin pagos de licencia por enfermedad debido a la falta de documentación.

Pero no hay mal que por bien no venga, luego de ese incidente Blanca Hernández, decidió abrir su propio restaurante con ayuda de sus hermanas quienes son sus socias también. 

“Decidí en plena pandemia del Covid 19 aventurarme con esta idea, todos me decían que estaba loca al hacerlo por la crisis económica que presentaba el mundo en ese momento”, expresó Blanca con mucha seguridad mientras miraba el reloj de su celular.

Sin miedo y con mucho entusiasmo abrió el establecimiento en la calle 25, ofreciendo un menú variado de comida salvadoreña y de otros países de Centroamérica.

“Sabía que iba a funcionar y me atreví. La gente nos acogió muy bien: hondureños, puertorriqueños, guatemaltecos, hasta ‘americanos’, de todo viene aquí”, destaca Blanca con una sonrisa en su rostro y viendo nuevamente el reloj de su celular.

Lo más importante para ella es que quienes visiten este rincón centroamericano se sientan bienvenidos y que, al comer, tengan una grata experiencia de cocina casera.

“[Tal] como se come en nuestros países, [con todo] fresco, tortillas y pupusas hechas a mano, un café por la mañana con un pan dulce”, describe Blanca un poco más relajada, esta vez sin observar el reloj de su celular. 

El restaurante es un negocio liderado por mujeres mayores, sus socias no hablan inglés y Blanca no tuvo la oportunidad de terminar la escuela. “He aprendido un poquito de inglés, me defiendo con el idioma”, subraya. 

Con las limitantes del idioma y los documentos migratorios –porque sólo cuenta con un permiso de trabajo– ella no se detiene. 

“Sólo tengo un permiso de trabajo, no hemos podido recibir ninguna ayuda del gobierno durante la pandemia, pero eso no me detiene. Los centroamericanos somos luchones y las mujeres más; no nos dejamos”, reitera con orgullo. 

A punto de abrir su segundo restaurante de pupusería y antojitos salvadoreños hace un llamado a las mujeres.  

“Le hablo a tantas mujeres que están creyendo que no es posible porque están solteras con tres [o] cuatro hijos y sin dinero: Sí se puede. Muchas puertas se cierran, pero se abren muchas más”, puntualiza mientras revisa su celular con cierta prisa como toda una empresaria que tiene responsabilidades y valora el tiempo.

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