Zitlala (México), 5 may (EFE).- Con más de 300 años de tradición, el ritual pelea de tigres le da la bienvenida a la temporada de lluvias en el estado mexicano de Guerrero, y lo hace con una ofrenda al Dios Tlaloc, el dios azteca de la lluvia, para que se den buenas cosechas, intercambiando una gota de sangre por una de lluvia.
"Año con año nos vestimos de tigres y según nuestras tradiciones y antepasados, esto es para que tengamos una buena cosecha el año siguiente, nos damos de golpes, reatazos y hay sangre", dijo a Efe Genaro Venegas, quien a sus 70 años asegura sentirse en perfectas condiciones para "seguir peleando".
El ritual pelea de tigre consiste en la personificación de un tigre, portando una traje amarillo con lunares negros, una mascara del animal y una reata la cual será bañada en mezcal para darle la dureza que se necesita para dar los latigazos al cuerpo del contrincante, cuya sangre derramada será la ofrenda a Tlacoc para que pueda mandar la lluvia.
FORTALECER LA TRADICIÓN
Para uno de los peleadores, Arnulfo Tecruceño, quien lleva 20 practicando el ritual, su participación ayuda a reforzar la tradición.
"Cuando peleo siento que soy participe de la petición de lluvia y cada golpe que recibo y doy siento que es para que se fortalezcan las tradiciones y no solo eso sino que lo hacemos por el ritual que nos han dejado los dioses, tenemos que pedir la lluvia porque la tierra está sedienta", dijo en entrevista.
Aunque en el ritual participan hombres y mujeres de cualquier edad, no todos son "dignos" de pelear, ya que se necesitan agallas para hacerlo, Genaro Venegas insiste en que es necesario ver las capacidades que tiene cada persona, ya que son "golpes muy duros y no los recomiendo" y sólo hay dos opciones: perder o ganar.
Para los habitantes del municipio de Zitlala, ubicado en la región de la montaña baja del estado de Guerrero, ser participe del ritual es muy especial, por tal motivo, en los últimos años las mujeres han comenzado a pelear.
Es el caso de Griselda Elizabeth, que a sus 20 años, motivada por su padre, decidió participar en esta edición, enalteciendo a la familia Nava.
"Es mi primer año, creo que lo traigo en la sangre, me gusta. Mi papá me apoya en esto, de hecho el fue el que me animó a venir", contó la joven.
Los sentimientos de Griselda son similares a los de Arnulfo a la hora de pelear y aunque saben que la derrota es una posibilidad, tiene confianza en ganar, al igual que sus papás.
"Uno como padre siente un enorme gusto ver ganar a su hijo y como dice aquel dicho de tal palo tal astilla", dice Arnulfo.
A pesar de que esta tradición es parte de las costumbres del pueblo, cada familia tiene un ritual diferente antes de empezar la pelea.
Arnulfo recuerda que cuando era pequeño su abuelo le dijo que era importante ir a visitar a sus antepasados al panteón y hacerles una ofrenda en su tumba y de esta manera ellos le darían la fortaleza suficiente para aguantar los latigazos en su cuerpo.
"Esta ofrenda que traigo aquí, me la enseñó mi abuelo José María Valle, desde hace mucho tiempo y a mi hijo le estoy inculcando este ritual para que nos de fuerza en la pelea, como cada año", contó.
Además de eso, los hombres necesitan seguir una serie de reglas para poder competir, entre ellas prepararse desde un mes antes, visitar a sus antepasados, hablarle a las máscaras para poder convertirse en jaguar, purificar su alma con mezcal y hasta evitar cualquier contacto físico con las mujeres, de lo contrario no tendrán el rendimiento necesario para luchar.
MÁS SANGRE, MÁS LLUVIA
"Entre más sangre, más lluvia y entre más lluvia buenas cosechas", sentenció Arnulfo, quien pretendía pelear una vez mas en el ritual ya que había salido ganador y sin ningún golpe, por lo que para él era obligado volver a participar.
Durante la pelea es necesario tener un buen rendimiento físico, ya que el combate tiene una duración de entre 5 y 15 minutos y segun cuenta la leyenda, la fuerza con la que se dan los golpes ha dejado varios muertos durante todos los años de la tradición.
Para los ganadores, ser reconocidos es parte fundamental de su experiencia por lo que cerca de la reja que divide la zona de combate se quitan la máscara de jaguar para que el contrincante vea contra quién perdió.
"Al final de la pelea seguimos siendo amigos como siempre, es una ofrenda al dios Tlaloc, para que nos de buenas lluvias y lo hacemos con esa finalidad, no lo hacemos con rencor ni odio", puntualizó Arnulfo.
Aunque no se tiene la fecha exacta de cuando se comenzó con este ritual, para los pobladores sigue siendo muy efectivo, por lo que se espera que el día el jueves comiencen las lluvias en la región.
En esta ocasión solo 100 tigres fueron los que participaron en esta edición, ya que por motivos de la pandemia por Covid-19, no se les permitió la participación de más personas, como en años anteriores.