CLEVELAND, Ohio — Nueva York alguna vez fue epicentro de la pandemia de COVID-19, pero no más. El virus ha girado su propagación masiva a estados como California; sin embargo, su volatilidad podría tener como siguiente objetivo regiones del medio oeste, en las que se enlista Ohio.
“Lo que me preocupa es que algunos de los otros estados como Ohio, Indiana, Tennessee y Kentucky están empezando a mostrar esa indicación temprana de que el porcentaje de casos positivos con respecto al número de pruebas está subiendo”, alertó el Dr. Anthony Fauci en una entrevista televisiva a finales de julio.
La codificación en rojo (alta exposición y propagación) y púrpura (severa exposición y propagación) de la mayoría de los condados en Ohio es alarmante.
El gobernador Mike DeWine ha tomado decisiones polémicas como acortar el horario de venta de alcohol en establecimientos, en búsqueda de disminuir el contagio.
En la última semana, Ohio tuvo un índice de contagios en un solo día de hasta 1,700.
A poco más de un mes de la reapertura comercial y social, especialistas aducen que este rebrote se debe justamente a los vuelos y visitas recreativas a otros estados con alta cantidad de infectados.
Entre los estados potencialmente en riesgo de convertirse en epicentros –aparte de Ohio y los advertidos por Fauci– también se incluyen Nebraska, Kansas y Missouri.
Además de implantar la obligatoriedad en el uso de mascarillas, el gobernador DeWine ha ordenado cuarentena por dos semanas a viajeros que retornan de estados con un balance mayor al 15% de infectados, incluyendo Puerto Rico.