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Nunca olvide su tarjeta de vacunación anticovid

por Ángel Lombert (angel.lombert@lamegamedia.com)


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Antes de que apareciera la variante ómicron, muchos destinos de entretenimiento, culturales o de educación estaban endureciendo las medidas de protección para evitar el contagio del COVID-19.

De esta manera, lugares como museos, teatros, exhibiciones y centros interactivos abiertos al público, simplemente –de un momento a otro– decidieron cambiar las normas y empezaron a exigir no solo el uso de mascarillas, sino también la tarjeta de vacunación anticovid.

El documento ahora se ha convertido en un pasaporte para poder visitar las oficinas gubernamentales. 

Cierto es que, si usted piensa viajar a otro país debe estar preparado para presentar una prueba negativa de COVID-19 antes de subir a un avión o embarcación, pero si tiene planes de llegar a la ciudad de Nueva York y pretende entrar a los espacios turísticos cerrados, y los grandes restaurantes, tenga en cuenta que debe presentar la tarjeta de sus vacunas.

Por esta razón, aquí les comparto mi propia vivencia de la reciente estadía en la ciudad que no duerme:

Mi esposa y yo decidimos tomar un tren (denominado C) en el alto Manhattan, desde la calle 181 hasta la estación Grand Central del “downtown”, donde están ubicadas las nuevas edificaciones del Museo en Memoria del 9/11. 

Durante el trayecto, entre estaciones y paradas –con gente saliendo y entrando– observamos que todos los pasajeros portaban sus mascarillas dentro y fuera del tren.

Al llegar a nuestro destino (The New World Trade Center) nos recibió una fuerte brisa, al salir de la estación.

Así nos dirigimos hasta la maravillosa obra Oculus, la “majestuosa paloma blanca”, diseñada por el arquitecto hispano Santiago Calatrava.

Siempre en todas partes existen los vendedores en las calles, quienes de forma peculiar promueven el turismo a los visitantes, mostrando los encantos disponibles para disfrutar.

Por casualidad nos encontramos con un joven vendedor de revistas que contienen escenas de aquel fatídico hecho del 9/11 en “Ground Zero” con las historias de antes y el después, del World Trade Center. 

Él mismo nos mostró la página #16, donde se cuenta la historia de lo que pasó con su esposa Diana Mel mientras trabajaba en el piso 80 con la compañía Fuji Bank en uno de los edificios (#2) destruidos, el 11 de septiembre de 2001. 

¿Pueden imaginar las expresiones de esa familia, eternamente agradecida con Dios, que narran un relato de sobrevivencia?

Esa fue una de las experiencias más gratas durante la visita.

Pero nuestro destino nos esperaba, mientras explorábamos dentro de “La paloma”, atravesando sus pasillos y escaleras con el entusiasmo de subir al observatorio del edificio número uno, el más alto, “Freedom Tower”, con 1,776 pies de altura y 104 pisos. 

Cuando nos trasladamos al museo, en ese momento, se nos apagó la ilusión. 

En ninguno de los espacios fue posible entrar ya que nunca pensamos que necesitaríamos presentar la tarjeta de nuestras vacunas.

Siempre que viajamos al extranjero, la cargamos con nuestros pasaportes, pero esta vez el paseo era doméstico.

Para la próxima aventura familiar, independientemente del destino, ya sabemos que se requiere la tarjeta.

Sin duda alguna, no saldremos de casa sin llevarla.


 


 
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