Madrid, 11 mar (EFE).- En una noche como esta de hace 40 años, Miguel Ríos ayudó a la música española a dar un salto cualitativo con un espectáculo, "Rock & Ríos", convertido en un tótem para artistas de varias generaciones como Víctor Manuel, Rosendo, Amaral o Vetusta Morla, que lo han reivindicado en otro concierto para el recuerdo.
No fue en formato sentado, ni en el Wizink Center de la capital española, ni un 11 de marzo, pero las sensaciones vividas aquel 4 y 5 de marzo de 1982 en el Pabellón del Real Madrid debieron ser muy similares a las de hoy, con el recinto convertido en un hervidero de 12.000 personas, sin más entradas en taquilla.
Entre rostros famosos como los de El Gran Wyoming o Dani Rovira, la onda de resonancia histórica ha hecho que entre un público en general talludito hubiese muchos rostros que probablemente no habían sido ni concebidos o fuesen apenas niños cuando la cita original tuvo lugar.
También entonces se conmemoraba un aniversario, el de los 20 años de "El rey del twist", primer álbum de Ríos, pionero del rock en español que acababa de grabar tres discos que lo habían vuelto a poner en la picota, como "Los viejos rockeros nunca mueren" (1979), y que disponía además de un generoso colchón económico por su celebrada versión del "Himno a la alegría".
El artista granadino no escatimó en medios técnicos y contrató equipos que previamente habían pasado por las manos de primeras figuras internacionales como Peter Gabriel, todo un cambio para los espartanos recursos de los que se echaba mano por estos lares.
"Lo hicieron porque no sabían que era imposible", recordaba el disco que inmortalizó aquellos dos directos que, en efecto, a punto estuvieron de no celebrarse al quedar retenidos los equipos en la frontera de Irún y llegar a Madrid con el tiempo justo "para tirar micros y cables".
Después de aquello, el reto de hacer magia de calidad con música se volvió cada vez más habitual en España, también esta noche, en un "show" con más medios aún, pero que ha conmemorado el principio del milagro interpretando el repertorio tal y como se hizo en 1982 y casi con la misma banda, incluso con una de las dos baterías de entonces.
En ausencia de los fallecidos Sergio Castillo y Paco Palacios, para los que ha habido un recuerdo, ahí han estado Mario Argandoña y el jovencísimo debutante Pablo Narea (batería), Tato Gómez (bajo), John Parsons (guitarra), Antonio García de Diego (guitarra y voces), José Nortes (guitarra), Mariano Díaz (teclados) y Thijs van Leer (piano y órgano).
"No veas cómo pesan 40 años", ha confesado su capitán en un momento dado, aunque con "gemelos cargados" o sin ellos la entrega del conjunto ha sido total en canciones como "Banzai" o "Al-Andalus" y, cuando no lo ha sido tanto, ha brillado la arrolladora inercia emocional de clásicos como "Santa Lucía".
Solo ha habido un pequeño renuncio en "Al sur de Granada", que Ríos ha interrumpido al darse cuenta de que la estaba interpretando en otro tono.
ARROPADO POR LAS ESTRELLAS, INCLUIDO ROSENDO.
Entregado y pletórico, enfundado en su chaqueta de cuero, Ríos ha aparecido puntualísimo a las 22 horas con el mítico saludo a "los hijos del rocanrol" de "Bienvenidos", un himno que ya alcanza también a los nietos y que ha sido respondido al unísono por todos los asistentes en pie con el puño en alto.
En el momento actual, proféticos han sonado los versos "Hoy el mundo está en conflicto y hemos decidido intervenir" de "Un sueño espacial", con sus arreglos cósmicos, más aún por su mantenida unión con la utopía de "Año 2000", en la que advertía: "Alguien dicta su sentencia / Diciéndote que es por tu bien / Y entre el consumo y la represión / La violencia nos agobiará".
"Quizás sea un iluso pero siempre he tenido fe en el ser humano, hay más gente buena que mala, aunque parece que son mas poderosos", ha dicho antes de recordar la invasión de Ucrania, "donde sufren millones de personas indefensas", y de hacer una excepción en la revisitación de "Rock & Ríos" para entonar la "Oración" de Luis García Montero.
"Generación Límite" ha sonado entre imágenes de acontecimientos que han marcado estas cuatro décadas en España, como las Olimpiadas de Barcelona, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la crisis del chapapote o la llegada del euro, mientras que en "Buscando la luz" ha contado con el espiritual coro góspel de Rebeca Rods y sus no menos de veinte miembros, la gran mayoría mujeres.
No han sido las únicas invitadas al escenario, por el que además han pasado Anni B Sweet como encarnación de la "Nueva ola", Javier Vargas y su guitarra para rememorar una potentísima "Un caballo llamado muerte" o Víctor Manuel para dar alas al "El blues del autobús", de cuya letra es coautor, con su emblemático estribillo de "Vivo en la carretera".
Ahí han estado asimismo el dúo Amaral, embarcados en un "El río" expansivo en la voz de la zaragozana, Shuarma (de Elefantes) para encender "Ciudad de neón", también Carlos Tarque (de M-Clan) y el guitarrista Jorge Salán (ambos en un "Banzai" adrenalínico), la joven Ainoa Buitrago como "Reina de la noche" o el Premio Nacional de Músicas Actuales Javier Ruibal para invocar la progresiva "Al-Andalus" junto a su hija Lucía con el taconeo.
A la lista de estrellas se han sumado Mikel Izal (que ha interpretado "Rocanrol búmerang") y Pucho y Guille Galván (de Vetusta Morla, que se han apropiado "Extraños en el escaparate"), antes de que llegara el inapelable y más necesario que nunca "Himno a la alegría".
Para los bises han quedado los homenajes a otras figuras del rock en español fundamentales, como Moris y su "Sábado a la noche", que ha sonado de la mano de Ariel Rot o, precisamente, Tequila, para cuyo "Rock&roll en la plaza del pueblo" ha aparecido Alejo Stivel, mientras que Johnny Burning ha aireado su "Mueve tus caderas" y los Topo, "Mis amigos dónde estarán".
En ese grupo no ha faltado "Maneras de vivir" de Leño, que ha conseguido sacar por primera vez de su retiro al propio Rosendo, una sorpresa muy celebrada hasta la conclusión con "Lua Lua Lua", poniendo el broche a casi dos horas y media de música, aunque este sábado, y de nuevo con el aforo agotado, habrá una segunda ocasión en el Wizink Center de dar la bienvenida a "los aliados de la noche".
Javier Herrero.