Lieja (Bélgica), 8 feb (EFE).- Una hilera de botes de sopa Campbell, una pared llena de ‘Marilyns’ que observan entre colores al espectador o un mar de nubes metálicas son algunas de las propuestas que transforman a Lieja en la “Factory” de Andy Warhol, el espacio multicultural neoyorquino en el que el icono del arte pop daba vida a sus obras, con motivo del Festival Warhol en la ciudad belga.
“La gente viene aquí y piensa que conoce a Warhol y luego descubre que hay mucho más de lo que sabía”, asegura a Efe François Henrard, comisario de la exposición “The American Dream Factory”, que se enmarca dentro del proyecto del Festival Warhol, la cita cultural que traslada a la ciudad hasta finales de febrero la música, la estética y el arte de las vanguardias de Nueva York.
Así, desde octubre pasado, numerosos actos culturales orbitan en torno al museo de La Boverie, el espacio que reúne para la ocasión más de un centenar de obras del artista y que se sirve del imaginario del sueño americano para contar la historia de los Estados Unidos a través de Warhol desde las década de los 50 hasta los 80.
“Warhol es el símbolo del sueño americano, viene de una familia muy pobre de inmigrantes que llega a los Estados Unidos, su madre casi no habla inglés y de la nada va a crecer y se va a convertir en uno de los mayores artistas del siglo XX”, remarca el comisario, que incide en que el artista es la encarnación de este imaginario popular: "Si adoptas los valores americanos de libertad y de trabajo, puedes ser lo que quieras”.
Como hiciese a principios del siglo XX Marcel Duchamp presentando su famoso urinario como pieza de exposición, el artista de Pittsburgh llenó las galerías de los Estados Unidos con artículos de tiendas de comestibles e imágenes de personalidades icónicas como Liz Taylor o Jackie Kennedy usando la técnica de la reproducción en serie, una resignificación del arte que a partir de ese momento pasaba a ser, como muchos otros elementos a partir de los años 60, productos para el consumo masivo.
Henrard no niega la mitología que gira alrededor de Warhol que cuestiona si realmente el artista es producto de una megalomanía asociada a su tiempo y su entorno, ya que remarca que su obra es famosa “pero su personaje mismo también”, lo que forma parte “del sistema artístico y comercial de Warhol” como parte de su manera de concebir el arte.
La selección de obras, que procede tanto de museos como de una amplia red de galerías, instituciones y colecciones privadas, incluye muchas de las piezas más reconocidas del artista como los retratos de Marilyn, la instalación de las nubes de plata, las latas de sopa Campbell o las cajas de esponjas Brillo, distribuidas en el espacio de la sala como si estuviera en un supermercado.
Asimismo, “The American Dream Factory” pone especial énfasis en la atmósfera ‘warholiana’ pasando de las coloridas salas de los años 50, una prensa gigante en la que se leen los titulares más destacados de los años 60 o habitaciones temáticas con papel de pared pintado como la dedicada a Mao Zedong o al espacio recubierto de papel de plata que simula el interior del taller de la Factory.
Por otra parte, el comisario aseguró que aquellos que ya estén familiarizados con la figura de Warhol tienen la oportunidad de redescubrir en la exposición aspectos de la carrera del artista mucho menos conocidos como sus metrajes o sus inicios como publicista y diseñador gráfico bajo demanda con una nutrida selección de revistas de moda, portadas de libros y discos, diseño de escaparates e incluso tarjetas de navidad realizada por Warhol en los 50.
Además de esto, hacia el final del recorrido, el visitante puede encontrar grandes lienzos de la colaboración entre Warhol y el pintor estadounidense Jean-Michel Basquiat, unas piezas que Henrard confirma que no son fáciles de encontrar en exposiciones de ambos artistas.
A pesar de que el turismo internacional se encuentra bajo estrictas restricciones a causa de la crisis sanitaria, el Festival Warhol aún tiene previstos varios talleres y conciertos a lo largo del mes hasta su finalización el 28 de febrero e invitan a los belgas a dejarse llevar por los colores, la estética y la música de un sueño americano del que Lieja despertará en pocas semanas.
Myriam Domínguez Seda