CLEVELAND, Ohio — En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, se produjo un exilio masivo desde el terruño caribeño de Puerto Rico hacia distintas partes de la nación estadounidense, siendo Cleveland y Lorain, en el estado de Ohio, el destino al que muchos emigraron.
En 1955 se reportó en el Censo alrededor de 1,500 residentes puertorriqueños radicados en Cleveland entre West 5. hasta West 65th. Llegaron llenos de esperanzas y sueños para comenzar desde cero en tierras extrañas, adaptándose así al ambiente, pero a su vez compartiendo y transmitiendo en su nuevo entorno, las raíces boricuas.
En 1969 organizaron la primera Parada Puertorriqueña para presentar su riqueza folclórica en la ciudad de Cleveland con muestras artesanales, danzas y otras tradiciones de la cultura boricua, destacando ritmos musicales como bomba, plena, salsa y chachachá.
La bomba incluye ejecución al son de tres barriles que repican invitando a la dama a participar del baile mientras que la plena –compuesta de tres panderos y güiro que producen melodías–entonan noticias cantadas sobre sucesos del pueblo.
“El tambor hace un ritmo, y el bailador le responde moviéndose al compás; las mujeres usualmente visten con faldas que también van remeneando acorde a la música. El varón, por su parte, se mantiene derecho, como lleno de dignidad, elegancia y sus manos rodean a la fémina, sin tocarla, incitándola a bailar”, explica un artículo titulado “Legado Africano: La Bomba”, publicado en el blog histopediadepuertorrico.com en diciembre de 2020.
“El instrumento que utilizaban para su acompañamiento consistía en un barril forrado con un cuero al que llamaban bomba; es de este instrumento que el baile toma su nombre. Hoy día, son dos tambores de diferentes tamaños también llamados bombas, dos palillos y una maraca”, destaca la publicación.
La plena –según prmencanta.com– se caracteriza por “su sencillez musical y la repetición de sus frases, especialmente los coros. Sus letras suelen ser un comentario cantado sobre asuntos cotidianos”.
Y compuesta de ritmos cubanos, como el chachachá, la guajira, la rumba y el son, entre otros, nació el género de la salsa, el cual ha prevalecido por años como parte de nuestro folclore.
“Así como Nueva Orleans dio a luz al jazz a principios del siglo XX, Nueva York lo hizo con un nuevo ritmo en los años 60 y 70”, escribió Daniel McDermon en The New York Times, a propósito de la exhibición “Ritmo y Poder: Salsa en Nueva York” en junio de 2017.
En 1971, los boricuas de Cleveland invitaron a su parada a la “eterna” reina de belleza Marisol Malaret, primera caribeña en ser coronada Miss Universo en 1970.
Este desfile ha prevalecido en la ciudad, compartiendo detalles de identidad, a través de la música típica, la gastronomía y el orgullo hacia nuestra bandera monoestrellada.
Cada actividad refleja una diversidad de costumbres que se continúan cultivando para las próximas generaciones.
En Cleveland, el boricua lleva en el corazón esas tradiciones que inculcaron sus ancestros, las cuales se disfrutan a pesar del clima invernal.
Por ejemplo, las bajas temperaturas no impiden compartir en Navidad, llevando parrandas a familiares y amigos. Además, de la hermosa celebración de los Reyes Magos.
A través de las décadas, en cada evento, se han integrado personas de distintas nacionalidades, quienes aprenden y disfrutan de nuestro folclore, así como también nosotros –con empatía y respeto– aprendemos y disfrutamos de otras culturas, valorando el aporte de agencias
hispanas que ofrecen servicios a la comunidad como el Comité Hispano Americano, el Programa Esperanza, El Barrio y El Centro Cultural Julia de Burgos, entre algunas.