CLEVELAND, Ohio — Durante los meses más duros de la pandemia, el Distrito de Salud Combinado del Condado de Clark, que atiende a unos 140,000 residentes en el centro-oeste de Ohio, alquiló una residencia “dúplex” tratando de facilitar un espacio para que las familias mantuvieran distancia o se aislaran, evitando la exposición mientras se recuperaban del coronavirus.
Muchos de ellos eran mexicanos, guatemaltecos y haitianos que no hablaban inglés y trabajaban en grandes plantas que procesan y distribuyen alimentos.
Estas personas corrían alto riesgo de infección debido a que viven, viajan y trabajan en espacios reducidos.
Inicialmente, los funcionarios de salud fallaron en distribuir información sobre el virus, que se propagó rápidamente.
Durante una prueba masiva en junio, 800 personas dieron positivo, la mayoría de ellos eran residentes de habla haitiano-criollo o hispana.
“El rastreo de contactos para esos residentes fue difícil al principio e involucró hacer incómodas llamadas de tres vías con traductores”, dijo Kyle Trout, un educador de salud que maneja las comunicaciones del distrito.
Ayuda estatal
El año pasado, Ohio reclutó a más de 250 rastreadores de contactos de tiempo completo para ayudar en los esfuerzos estatales y los departamentos de salud locales, incluidos más de 30 que hablan con fluidez un idioma que no es inglés.
“De los 30, 10 hablaban español”, confirmó Alicia Shoults, una portavoz del Departamento de Salud de Ohio.
“Los candidatos multilingües fueron fundamentales para generar confianza con las comunidades minoritarias e identificar y rastrear los casos de COVID-19 en todo el estado”, explicó Shoults.
De vuelta en Clark County, Trout predice que los cambios y nuevas conexiones, tanto en el idioma como en la cultura, ayudarán al distrito a mejorar la forma en que sirven a la comunidad “más allá de la pandemia”.
Lorain
El condado de Lorain también tiene una alta concentración de residentes de habla hispana.
Poco menos de un tercio de la población de la ciudad se identifica como hispana o latina, según las más recientes cifras del censo.
El comisionado del Departamento de salud del condado de Lorain, David Covell, dijo que durante la pandemia fue “una prioridad contratar personal que refleje la comunidad a la que sirve el departamento”.
De los 15 rastreadores de contacto del condado durante la pandemia, cuatro son bilingües, incluidas dos enfermeras y dos miembros del personal de apoyo.
“Buscamos [contratar] personas que sean bilingües, preferentemente que también sean de la comunidad, que compartan algunos puntos en común en los que puedan conocer a la gente de la comunidad para que se sientan más cómodos”, explicó Covell.
Destacó además que el proceso de generar confianza con la persona al otro lado de la línea durante una llamada de rastreo de contactos es esencial.
Los rastreadores de contactos identifican con quién han estado los pacientes, también verifican si los residentes necesitan ayuda (alimentos, medicamentos u otras necesidades básicas) para poder aislarse de manera segura.
“A veces, los rastreadores de contactos se aseguran de que la comida se entregue en la puerta de los residentes. En varias oportunidades, la relación probablemente salvó vidas”, destacó Covell.
En una ocasión los rastreadores de contactos debieron comunicarse al 911 después de que sus llamadas de seguimiento revelaron que la salud de un residente se había deteriorado.
Parte de la comunidad
Juan Manuel Schwartzman, quien es bilingüe, fue contratado para trabajar en Salud Pública del Condado de Lorain en noviembre.
Primero solicitó una posición como rastreador de contactos en Cleveland, pero nunca recibió respuesta.
Schwartzman tiene una gran vocación de servicio y le apasiona ayudar a la comunidad hispana a comprender más sobre COVID-19.
También entiende partes de la cultura por las que hay que navegar.
“Es difícil decirle a un latino que necesita aislarse de su propia familia”, dijo Schwartzman. “Ni siquiera te quieren escuchar”.
Evelyn Rivera, una psicóloga bilingüe que ha laborado en la comunidad latina en Cleveland, Akron y Columbus durante más de 30 años, manifestó que el lenguaje compartido es a menudo un punto de entrada a la cultura.
Un rastreador de contactos de COVID-19 que habla el mismo idioma tiene una mejor oportunidad de entrar en la vida de una familia y construir una relación con el entendimiento de que la información se mantendrá privada.
“Si puedo ingresar a la cultura a través del idioma, hay más posibilidades de que me conecte y construya la confianza”, aseguró Rivera.