Venecia (Italia), 20 may (EFE).- El movimiento social que revitalizó la población chilena José María Caro, al sur de la ciudad de Santiago, será admirado por el público internacional de la XVII Bienal de Arquitectura de Venecia, que comprenderá que la sociedad unida puede crear un mundo con menos desigualdades.
Chile lleva a esta exposición internacional de arquitectura el proyecto "Testimonial spaces", apoyado y promovido por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de ese país.
El comisario del pabellón chileno situado en el Arsenale -antiguos astilleros venecianos- es el arquitecto Cristóbal Molina y los curadores son los arquitectos de la Universidad de Chile Emilio Marín y Rodrigo Sepúlveda.
Tras dos aplazamientos el pasado año por la pandemia, la Bienal abre al público desde el próximo 22 de mayo y hasta el 21 de noviembre y en esta ocasión lleva por lema "How will we live together?" ("¿Cómo viviremos juntos?").
Marín y Sepúlveda responden poniendo el foco en la población José María Caro.
Abordan la pregunta desde una perspectiva local, para dar después una respuesta global y demostrar que las desigualdades, los conflictos y las tensiones suceden en todo el planeta y que es importante aprender de las experiencias pasadas para saber cómo vivir el futuro, dijo hoy Sepúlveda a Efe.
"Son 500 pinturas hechas a partir de 500 testimonios extraídos de una población al sur de Santiago, que se llama José María Caro, en el que han trabajado artistas, pintores, historiadores, arquitectos, y la comunidad. Es un trabajo donde la autoría se diluye en un trabajo comunitario", añadió.
"La Caro", como la denominan los habitantes chilenos, fue un barrio fundado en la periferia de Santiago de Chile a finales de los años 50 en el que los primeros vecinos recibieron un terreno sin servicios básicos como luz eléctrica o alcantarillado.
La zona comenzó con unos 60.000 habitantes y acabó contando con más de 90.000, relata Sepúlveda, pues protagonizó uno de los movimientos sociales más reconocidos de los últimos años y la unión de los vecinos promovió un desarrollo significativo y rápido de la zona.
Habitantes, empleados públicos y fuerzas armadas trabajaron juntos para transformar el barrio y adoptaron acciones y reglas, como por ejemplo que todos ayudaban a construir las casas de los demás excepto las suyas propias para "no anteponer los intereses individuales por encima de los de los demás", contó Marín.
El objetivo de la propuesta chilena es demostrar que las sociedades se pueden sobreponer "de las crisis, de los momentos complejos, de la ausencia del Estado en algunos casos", si lo hacen "de manera comunitaria", prosiguió.