Madrid, 13 ene (EFE).- El director suizo Oliver Rihs cuenta en "Pájaros enjaulados", una 'rara avis' en el cine alpino, la vida de Walter Stürm, un peculiar delincuente que escapaba una y otra vez de las cárceles y que acabó convertido en un ídolo de la contracultura helvética.
Protagonizada por el suizo Joel Basman y la alemana Marie Leuenberger, la película está basada en la historia real de Stürm, un icono para los jóvenes ochenteros de centroeuropa, incluso para Rihs (Zurich, 1971), que siempre le tuvo por un ídolo revolucionario.
Hoy, después de estudiar profundamente al personaje, Rihs cree que Stürn "era muy astuto e inteligente; pero vivió tantas vidas, y usó tantas caras, que acabó no sabiendo realmente cuál era la suya".
"En mi opinión, era un sociópata. Si hubiera surgido el personaje hoy, creo que en lugar de encarcelarlo posiblemente se le hubiese llevado a un psiquiátrico", explica el director en una entrevista con Efe, realizada en el Goethe Institute de Madrid.
Así, este director de comedias (ninguna de ellas llegó a España), se presenta con un drama, hecho por encargo, que le entusiasmó.
La película se apoya en la historia real de Stürm y sigue los años en los que su vida se cruza con la de la abogada revolucionaria Barbara Hug, que llevaba años luchando por la libertad y por mejorar el sistema penitenciario de Suiza.
Son los años 80, los jóvenes que se manifiestan por las calles de Zurich eran brutalmente reprimidos por la policía y en las cárceles no se respetaban los derechos humanos.
Ni Stürm, ni la realidad de la vida en Suiza en los 80, habían llegado al cine; quizá "porque, entre otras cosas, es carísimo, y no quedan lugares en mi país donde se puedan evocar esa época; en Alemania sí hay más, pero más como documentales", señala Rihs.
Stürm tampoco es un personaje conocido fuera de Suiza, probablemente, considera Rihs, porque se ha vendido mejor la imagen idílica "de la Suiza de Heidi, de los chocolates y los banqueros ricos, pero la realidad era esta: un estado represivo, controlador, muy de derechas y muy dominado por la policía, y un ambiente muy explosivo".
"Las protestas de los 80 cambiaran muchas cosas en Suiza, por eso espero que la película ayude a la gente joven de ahora a sentirse motivada y que vean que actuando y defendiéndote puedes conseguir que las cosas cambien", señala.
El guion cuenta con aportaciones de cinco guionistas, incluido el director, que fue el último en coger el testigo de la historia, que comenzó a maquinarse seis años antes; de hecho, hubo cástings durante dos años hasta que se eligió a Basman y Leuenberger.
"Basman lo tuvo más fácil porque se parece un poco a Stürn, él es también un ser camaleónico y tiene estas pequeñas 'tendencias' ilegales -se ríe Rihs-, mientras que Marie tuvo que crear un ser humano nuevo porque ella es todo lo contrario".
La cinta no elude la relación de Stürn con los 'revolucionarios': "la tercera generación del Ejercito Rojo, la Bader Mainhoff, que está documentada; al parecer, porque sobrevivió un tiempo vendiéndoles armas: "No había afinidad ideológica".
Stürm fue un tipo carismático e irónico ante todo, que luchó, a su modo, por la libertad, pero por la suya. Entre 1974 y 1995 se escapó hasta en ocho ocasiones de la cárcel, ganándose el apodo de "el rey de las fugas". A su modo, Hug también buscaba la libertad, en su caso por dar la vuelta a la situación social.
Hug encontró en Stürm un icono inesperado y gracias a una defensa firme, apasionada y también mediática, consiguió conquistar su objetivo convirtiendo a este magnético delincuente en todo un símbolo.