La mayor parte de la población del mundo occidental se despierta todas las mañanas tomando una taza de café o té, pero en el cono sur de América (Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil) muchos prefieren el mate.
Más que una infusión, es una costumbre cultural muy arraigada en nuestra gente que bien se puede definir como la “excusa perfecta” para reunirse y charlar.
Muchos alumnos lo usan para mantenerse despiertos cuando deben estudiar largas horas mientras que algunas personas hasta lo describen como “compañero”.
Solo hay pocas plantas en el mundo que producen cafeína. La yerba mate es una de ellas.
Esta tradicional bebida sudamericana se basa en un té hecho con las hojas y tallos más tiernos del árbol cuyo nombre científico es Ilex paraguariensis.
La planta de mate mide hasta ocho metros de altura. Requiere muchísima agua.
Florece de blanco entre octubre y diciembre. Puede comenzar a cosecharse cuando el árbol tiene dos o tres años.
Los indígenas guaraníes lo llamaban “la bebida de los dioses” por su efecto estimulante y euforizante. Por esto –además de apreciar sus nutrientes– la veneraban atribuyéndole un significado espiritual, creyendo que, al beber mate, absorbían el poder de la selva.
La forma tradicional de tomarlo es usando un recipiente de calabaza llamado mate, el cual se llena con las hojas y tallos –secos y molidos– de la yerba.
Se bebe despacio y sin apuro a través de una bombilla (popote, pajilla o carrizo, en otros países) de metal, generalmente de plata.
Existen miles de formas de prepararlo, al punto que hasta los expertos discuten sobre las técnicas.
Es todo un ritual, desde la preparación hasta el orden de cebado; es decir, la acción de colocar el agua en el mate que debe estar caliente pero no hervida.
La bombilla nunca se toca, excepto por quien ceba y “si se lava”, o se tapa, es culpa del cebador.
El mate es un poco amargo y por eso algunos agregan dulce directamente al agua y otros ponen una pizca de azúcar a la yerba misma.
Generalmente se disfruta en grupo, pasándolo como una “pipa de paz”.
En el noreste argentino, provincia de misiones y en Paraguay se toma tereré, una bebida fría muy refrescante hecha con yerba mate, agua muy fría, limón y azúcar.
Desde hace décadas se vende Materva, una gaseosa en lata originaria de Cuba, de la cual hay muchas imitaciones. Algunas con jugos de frutas y diferentes sabores agregados.
En Uruguay, no es raro ver a las personas con un termo bajo el brazo tomando mate en un ómnibus o tren. Este país es el mayor consumidor de mate per cápita en todo el mundo, con un 85% de la población que lo prefiere.
En Estados Unidos, se toma como té. En los mercados latinos se puede comprar una caja con 50 bolsitas por unos $6 dólares.
También se vende en tiendas de víveres saludables por sus propiedades estimulantes, digestivas y para bajar de peso.
Si bien la vida en el siglo XXI es cada vez más agitada y acelerada, los sudamericanos todavía encuentran la manera de tomarse un respiro, aprovechando para disfrutar unos mates.
Por este motivo, la próxima vez que se le antoje un espresso o cappuccino, considere probar el mate en cualquiera de sus formas.
¡Que lo disfrute!