Madrid, 5 feb (EFE).- Una finca en la Costa del Sol con parejas que no hablan el mismo idioma (la mitad son españoles y la otra mitad, británicos) y buscan entenderse entre tópicos de paella y tapas. En pleno boom de los “dating shows”, el canal británico Channel4 emite estos días “The language of love”, un show que cuestiona: ¿puede la química entre dos personas superar las barreras lingüísticas?.
Presentado por la maestra de los realities británica Davina McCall (diez años presentadora de “Gran hermano”) y por el cantante español Ricky Merino, “The language of love” fue estrenado hace un mes y se emite cada martes en este canal.
“Cuando me hablaron del proyecto me gustó muchísimo la idea, me pareció muy original. Es verdad que hay muchos dating shows, pero este me parecía distinto y, como soy de Mallorca, toda la vida he vivido esto, he visto a mis amigos intentando ligar sin controlar el inglés”, cuenta a Efe Merino en una entrevista telefónica.
Este programa, que se grabó en una finca en Casares (Málaga) no es el primero en el que ejerce como presentador el artista, quien saltó a la fama tras su participación en el concurso musical “Operación Triunfo 2017”, pues ya presentó para Netflix el talent show “¡A cantar!”. Sí es su primera aparición fuera de España, y en inglés. “Creo que soy el primer presentador español que trabaja en un programa en abierto en Reino Unido”, cuenta emocionado.
La mecánica de “The language of love” es similar a la de otros realities: varios hombres solteros y varias mujeres solteras se encuentran en una casa llena de cámaras y tienen citas entre ellos con la esperanza y una gran predisposición a que surja el amor.
Pero hay una gran diferencia con otros programas al uso. Nada más llegar a la finca ubicada en este pueblo blanco de la Costa del Sol malagueña (una zona muy popular entre los veraneantes británicos), los concursantes descubren que los chicos y chicas a los que tienen que enamorar no hablan ni una palabra del otro idioma.
Además, los españoles no pueden relacionarse amorosamente con los españoles ni los británicos con sus connacionales. A partir de aquí, surgen las situaciones de lo más variopintas que van desde la incomunicación plena hasta la química a primera vista.
“Yo lo veo como un experimento y me parece super interesante a nivel sociológico. Al final, tras la grabación así lo sentí, que se centraba mucho en saber si esto puede ocurrir, que dos personas se puedan enamorar sin hablar el mismo idioma”, apunta Merino, quien destaca lo “blanco” del programa, que “no se centra en las escenas de sexo o en las polémicas, sino que busca el desencuentro y los enfrentamientos por la barrera idiomática”.
Como resultado, añade, se ha visto de todo. “En los primeros capítulos ya se ve que empieza a haber química entre algunos de ellos y que realmente consiguen bajar la barrera del amor”, aunque en la mayoría de los casos esto no sucede, mientras los concursantes se martirizan por no poder expresarse y sortean como pueden los malos entendidos idiomáticos a base de diccionario y mímica.
"Me han sorprendido para bien los españoles, porque han hecho mucho el intento de aprender el otro idioma, van pasando los episodios y se van integrando más, usando el diccionario. Los británicos no lo hacen tanto porque nunca han tenido esa necesidad de aprender otro idioma", explica Merino.
Y, en el medio de la convivencia, brotan los tópicos “Spanish style”: paella (“que no es paella”, precisa Merino), noche de tapas, lecciones de pasodoble en una plaza de toros, guitarra flamenca y mucha pasión latina. “Los chicos españoles son más salvajes y los británicos más relajados”, cuenta una participante británica, abrumada y emocionada por lo “tocones y seguros de sí mismos” que son los españoles.
“Juegan con estos clichés y con el estereotipo que tiene el inglés sobre el español”, explica Merino, quien prefiere tomárselo con humor. “A mí me parece muy divertido y ellos lo hacen porque conocen el estereotipo de ABC de lo que hay en España, y eso es así. Igual que nosotros pensamos lo del té de las cinco, que se queman cuando vienen a Benidorm y llevan calcetines con sandalias. Todos tenemos esos clichés y lo bueno es que nos sepamos reír de nosotros mismos”, agrega.
Los británicos, cuenta, “nos ven muy cercanos". "El hombre español está muy abierto a mostrar sus emociones, mientras que el británico las guarda mucho más. Ha sido una sorpresa para ellos a nivel cultural, les sorprendió que un hombre pudiera llorar tanto y abrirse tanto a una mujer”, agrega.
Sorprendida y hierática, una concursante británica pregunta “¿parece que no tengo corazón?” por no hacer una mueca tras ser expulsada, mientras su potencial pareja está tirado en el suelo, destrozado, llorando. Ellos han sido los elegidos para abandonar el proyecto después de que ni el flamenco, ni las tapas, ni la paella hayan logrado despertar la llama.
Paula Escalada Medrano