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Diablos Cojuelos, protagonistas del carnaval dominicano

por Ángel Lombert (angel.lombert@lamegamedia.com)


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Según el sociólogo folclorista dominicano, Dagoberto Tejeda, los Diablos Cojuelos llegaron a La Española con los conquistadores. Dice que representan personajes con antecedentes que –al parecer– mantienen códigos místicos o misteriosos. 

“No era un diablo para meter miedo a la gente o empujarla a pecar. Por el contrario, este diablo introdujo el bullicio, la travesura, el baile y la alegría. Era un demonio travieso y juguetón que colmó la paciencia del mismo diablo y éste lo arrojó a la tierra, lastimándose una pierna, al caer y quedando cojo o cojuelo”, explica Luis Vélez de Guevara (1579-1644), dramaturgo del siglo de oro español en su novela satírica “El diablo cojuelo” (1641).

Vélez de Guevara cuenta que este personaje apareció por primera vez en América en la ciudad de Santo Domingo antes de 1520. 

Destaca que su disfraz “ridiculizaba” a los caballeros medievales con capa, pantalones anchos de colores vivos y máscaras representando un animal o rostro espantoso. Por esta razón, se incorpora a las fiestas de carnaval como un personaje central. 

A partir del 27 de febrero de 1844, con la independencia, se realiza un carnaval de élite en Santo Domingo y otras localidades, con bailes en clubes privados, desfiles de carrozas, reinas y comparsas a pie.

Máscaras, algarabía y vejigazos

En las fiestas del carnaval dominicano, los Diablos Cojuelos son la principal atracción. Con trajes espectaculares, sus aterrorizadoras máscaras y bailes a ritmo de gagás y merengue van persiguiendo a todos para contagiarlos con la algarabía, azotando a los espectadores con un buen “vejigazo”. 

Los espejitos y cascabeles, los trajes de colores chillones y las máscaras, junto con su fuete y la vejiga, son tradicionales en las fiestas más populares de todo el país, especialmente en la capital dominicana, donde celebran durante todo el mes de febrero y recorren sin parar, azotando a los que observan desde los balcones de sus casas. 

Las tradiciones más sobresalientes las encontramos en La Vega, Santiago (en febrero y marzo), Bonao, Monte Cristi y Cotuí (en febrero), Puerto Plata, Punta Cana, Salcedo y Azua (en marzo), Cabral en Barahona y Elías Piña (marzo y abril), San Pedro de Macorís (en septiembre), San Juan de la Maguana y casi todas las demás provincias (en febrero).

El malecón de Santo Domingo es el principal escenario en el desfile oficial que cada año atrae miles de turistas –internos y extranjeros– a una gran diversión con numerosas carrozas y comparsas de los diablos del país y otros personajes emblemáticos como lo son “Roba la Gallina”, “Se me muere Rebeca”, “Califé”, “Los Indios”, “Muerte en un Jeep” y “Los Africanos” o “Tiznaos”. Desfilan por la avenida George Washington de la capital en este evento nacional organizado por el Ministerio de Cultura, en el cual se premia a las mejores comparsas y coreografías.

Lechones, toros y “fueteros”

Los Diablos en la segunda capital del país, Santiago, son conocidos como “Los Lechones”. Llevan una máscara que parece ser un cerdo con grandes cuernos y pico de pato. 

En la provincia de Montecristi, se les conoce como “Los Toros”, sus máscaras tienen un hocico de cerdo, con grandes cuernos y orejas flexibles, hechas de goma. Se destacan otros como los “Fueteros”, los “Faraones de Santiago” y los “Joyeros de Cotuí”.

En Cincinnati se encuentran dos trajes (tradicionales) de diablos cojuelos (verdes con rojo y amarillo) elaborados por Juan Gustavo Ramos de la ciudad de Villa Consuelo, Santo Domingo). 

Traídos desde la isla, los vestuarios ya han participado representando la cultura dominicana en algunos festivales como: la Parada de la Diversidad Cultural en Hamilton; el Festival Hispano en Dayton y recientemente en el primer Festival Hispano de LEAP Academy en Cincinnati. 

Son una combinación del estilo de “Lechones” con los diablos “Guloyas” de San Pedro de Macorís, a los que Pedro Batista y yo les hemos elaborado máscaras con cuernos y pico de pato, añadiendo un fuete, cascabeles, plumas, espejitos y adornos de piedras brillantes al atuendo.

La música es un elemento clave en estas fiestas. Dentro de una lista de temas favoritos para la pasarela de los diablos cojuelos se pueden citar varias; las que más se destacan por tradición son: “Baile en la calle de noche”, interpretado por Fernando Villalona, “Alí Babá” por Los Reyes del Carnaval, “Guavaberry” de Juan Luís Guerra y “El Carnaval” de Kinito Méndez, entre otros. 

¿Cómo se hacen las máscaras?

Es sumamente fácil construir una máscara para personificar a su “diablo” favorito. 

Puede hacerla con materiales básicos comprados en establecimientos locales. 

Necesitará lo siguiente: máscaras plásticas sencillas, casco o cabeza de un maniquí como base, papel cartón, periódicos, papel de aluminio, plastilina para rellenar, cinta adhesiva, pegamento para armar las capas, navaja y tijeras para cortar, brochas y pinturas (pueden ser de aerosol).

Tiene la opción de crear el molde de los chifles en yeso o barro. Aunque es largo el proceso, resulta interesante y satisfactorio. 

Si requiere de apoyo con instrucciones virtuales, le recomiendo revisar los videos en YouTube de algunos expertos, entre ellos los artesanos dominicanos Humberto López y Sirilo Antonio Ruíz, quien desde su adolescencia se inició en el arte de elaborar máscaras para los diablos.

 

 

FOTOS: (La Mega Nota/Ángel Lombert)

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