DAYTON, Ohio — Las comunidades siguen protestando y alzando sus voces por respeto e igualdad. Exigen justicia, reformas institucionales y, por encima de todo, piden alto al racismo que provoca un grave daño social.
Si para muchos adultos, a veces resulta complicado comprender por qué alguien odia y rechaza a otro ser humano por el color de su piel, por el acento natural de un idioma o por el solo hecho de ser diferente, ¿qué se puede esperar de un niño, cuando se habla de racismo?
En inglés, el diccionario Merriam-Webster define el concepto como “una creencia de que la raza es el principal determinante de los rasgos y capacidades humanas, y que las diferencias raciales producen una superioridad inherente de una raza en particular”.
En español, la Real Academia Española le identifica como la “exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive”.
No cabe duda que, por la complejidad de la palabra y su correspondiente significado, explicar todos estos detalles a los más pequeños de la casa, no dará resultado ni en inglés ni en español.
Sobre el impacto del racismo en la salud infantil, precisamente, expertas del Children’s Hospital de Dayton se han manifestado.
La Dra. María Trent, presidenta de la Sección de Salud del Adolescente de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) y coautora de la Declaración sobre el Impacto del Racismo en la Salud de los Niños y Adolescentes en 2019, está de acuerdo en que el racismo es una enfermedad social que se enseña y se transmite.
“Si bien la muerte de George Floyd nos ha enfocado a todos en la tremenda injusticia del racismo, el impacto es mucho mayor cuando consideramos las experiencias de por vida de muchos de nuestros niños y sus familias”, destaca la experta en el blog del centro médico infantil.
“Indudablemente que los niños de casi cualquier edad están escuchando, viendo videos e incluso han presenciado los acontecimientos nacionales relacionados con la muerte de George Floyd y otros que han sufrido una injusticia similar. Si los padres y cuidadores aún no han discutido los temas del racismo, ahora es el momento de comenzar”, sugiere la Dra. Latisha Gathers-Hutchins, especialista en sicología pediátrica de este centro médico, en Dayton, Ohio.
En su blog, “Hablando a los niños de racismo”, publicado en https://www.childrensdayton.org. Gathers-Hutchins dice que desde los seis meses de edad los pequeños empiezan a notar el color de su piel y de dos a tres años asocian a las personas en base a características físicas, incluyendo el color.
“Los niños de cuatro años pueden reconocer los estereotipos raciales básicos y desarrollar arraigadamente valores relacionados con la raza. A los siete, son conscientes del racismo contra su propio grupo racial o cultural. Para la adolescencia, ya tienen la capacidad de entender cómo funcionan el racismo y la opresión cultura e institucional”, explica la Dra. Gathers-Hutchins.
Entonces, ¿cuál es la mejor manera de platicar con ellos sobre el tema, dependiendo de su edad?
La sicóloga recomienda:
-Explíqueles como las personas son tratadas de manera diferente en función del color de su piel u otras características o circunstancias.
-Comparta ejemplos cuando esto sucede, especialmente si se dan casos con amiguitos del vecindario o la escuela.
-Déjeles bien claro que el asunto de razas significa diversidad, una palabra maravilla que abraza, valora y respeta las diferencias.
-Reflexione sobre detalles que les hacen distintos de amigos, maestros o hermanos, pero siempre resaltando que todos tienen cualidades.
-Limite lo que pueden o no ver en medios de comunicación y redes sociales.
Asegúrese de que esa exposición se produzca en un área común donde padres o tutores puedan interactuar.
-Elija libros, películas y programas de televisión que abordan el tema del racismo para apoyar sus conversaciones.
-Empodere a los niños para que sean agentes de cambio, fomentando liderazgo, ideas e iniciativas.