En años recientes, la proliferación del Día de los Muertos en Estados Unidos, condicionado a elementos de apropiación cultural, ha llevado a una conceptualización falsa que denomina popularmente a esta antigua tradición como el “Mexican Halloween”.
Ambos –Halloween y el Día de los Muertos– están arraigados en costumbres paradójicamente similares y comparten rasgos comunes además que sus fechas caen tan cerca que casi coinciden en el calendario, no obstante, son dos festividades muy distintas.
Mientras que la Noche de Brujas es un evento relacionado al horror y travesuras –que genera una industria multimillonaria– el Día de los Muertos consiste en amor, recordación y alegría.
El origen de Halloween se remonta a miles de años al noroeste de Europa, y como sabemos, se lleva a cabo el último día de octubre.
La palabra en sí significa “hallowed evening” (noche sagrada), y los antiguos celtas la conocían como “All Hallows Eve” (Víspera de Todos los Santos). Eventualmente, se acortó a “Halloween”.
La raíz más antigua conocida de Halloween es el festival gaélico de Samhain. Los seguidores creían que el cambio de estaciones significaba una conexión entre este mundo y el más allá.
La festividad de Samhain reunía una serie de ceremonias y rituales utilizados para conectarse con los espíritus, incluyendo hogueras, calabazas y disfraces que representaban fantasmas.
Arraigado en la expansión del Reino Unido como imperio y la consecuente migración de pueblos escoceses e irlandeses (entre otros), la tradición llegó a EE. UU.
Las primeras celebraciones de Halloween registradas históricamente en la nación estadounidense datan de principios del siglo XX y consistían en fiestas comunitarias en honor a la cosecha. Durante estas, entre calabazas, fogatas, bailes y canciones, también se compartían narraciones de fantasmas.
Con el pasar de los años, las costumbres originales de Halloween se perdieron en el tiempo y paulatinamente el entorno espiritual pasó a uno comercial, reemplazando los elementos místicos por zombis, superhéroes y vampiros, además de grandes producciones cinematográficas de terror.
Por su parte, el Día de los Muertos también se originó hace miles de años entre los pueblos Azteca y Nahua. Desde entonces, su festejo ha sido bastante consistente a pesar del colonialismo. El luto por personas muertas se consideraba una falta de respeto porque en estas culturas, los muertos todavía se valoraban como miembros de la comunidad y correspondía a las familias el mantener viva su memoria.
En el Día de los Muertos los seres queridos regresan temporalmente a la Tierra para estar a nuestro lado. Es una de las tradiciones mexicanas que más ha sido adoptada aquí en los Estados Unidos, pero su significado y práctica parece llegar un poco distorsionada a quienes no conocen la cultura mesoamericana.
Para fiestas de Halloween, los disfraces referentes a esta celebración son abundantes, se han producido películas de Hollywood, y el arte alusivo a las calaveras se ha popularizado entre la juventud estadounidense, convertido en un emblema relacionado a modas de rock and roll.
El fenómeno del Día de los Muertos en la cultura popular estadounidense contrasta con el hecho de que la comunidad mexicana está constantemente bajo un duro escrutinio en términos de inmigración y discrimen.
Y aunque sigue siendo una celebración de oración, reflexión y recordación de seres queridos que han partido, el estadounidense promedio debe educarse sobre la cultura de muertos para evitar los peligros de la apropiación cultural.
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*El Día de los Muertos, una tradición mexicana celebrada al inicio de noviembre con altares, música, comida y homenaje en los panteones. “Halloween” o Noche de Brujas, una festividad estadounidense enfocada en personajes de horror y travesuras de niños disfrazados que recogen golosinas. (La Mega Nota/Elvia Skeens)