La ciudad de Cleveland está atravesando por una crisis estructural con miles de edificios y casas abandonadas. La mayoría están prácticamente en ruinas –más allá de poder ser reparadas o reacondicionadas– y contienen elementos tóxicos como el plomo. Uno de los retos más desafiantes yace en que de ser derribadas, sería necesario encontrar una forma segura para deshacerse de estos materiales.
A medida que la ciencia busca formas para contrarrestar la contaminación y desacelerar el cambio climático, un creciente número de científicos está empezando a optar por una de las biotecnologías más antiguas de la naturaleza: los hongos.
Chris Maurer es el fundador de la firma local de arquitectos Redhouse Studio, y a través de su empresa ha estado abogando por el uso de sustrato como método de bioreciclaje para enfrentar esta epidemia inmobiliaria que también representa un riesgo para la salud de los habitantes de Cleveland.
El sustrato son las sustancias que el micelio (mycelium) –la parte vegetativa y filamentosa de los hongos– utiliza para nutrirse. Básicamente, estos pueden comerse los desechos nocivos de las casas abandonadas.
Los metales pesados y otras toxinas son absorbidos por los hongos, luego, los restos del sustrato y el micelio se someten a un proceso de compactación y calor extremo para crear ladrillos libres de contaminación que serán utilizados en nuevas construcciones.
A estos ladrillos se les conoce como “mycoblocks” y tienen una consistencia similar a la madera. No obstante, según reporta la BBC, dependiendo de las características específicas del procesamiento, se ha demostrado que estos pueden llegar a ser significativamente más resistentes que el concreto.
*Esta imagen de Ohio Redevelopment Project muestra una casa abandonada cuyo daño estructural es irreparable. Existen miles de viviendas así en la zona metropolitana de Cleveland.
