CLEVELAND, Ohio — El segundo martes de mayo es el Día del Maestro en EE. UU., una ocasión para celebrar, ya que los educadores tienen el poder de marcar las vidas de sus alumnos.
Cheryl Bendik es una de las grandes maestras que tiene hoy Cleveland. Se jubiló hace un tiempo, pero sigue enseñando inglés para extranjeros en Tri-C.
Recuerda como desde pequeña jugaba a ser docente. En su época, las niñas no iban a la universidad, y si lo hacían, estudiaban para ser enfermeras o profesoras.
A ella no le interesaban las ciencias, pero sí le gustaba el arte y hablar. Es curioso que mencione este campo porque ella es una artista de la enseñanza.
¿Recuerda usted, querido lector, cuando llegó a Estados Unidos la primera vez? ¿Quién y cómo lo recibió? ¿Quién no habría añorado encontrar un rostro amable? Alguien que quisiera ayudar, sin fijarse de dónde viene uno, y que además se esforzara por entender a quien no habla bien el idioma. Esa es la maestra Cheryl Bendik.
Sus alumnos siempre se encuentran con su gran sonrisa, su calor humano, y una sensación de hogar en automático.
“Para mí lo más importante es que cuando lleguen a mi clase sientan que les doy un gran abrazo, no necesariamente con los brazos sino con el corazón”, así lo describe ella, y así es.
Escogió enseñar idiomas: español, francés e inglés. En su carrera ha tenido una media de 150 alumnos por año, niños, adolescentes y adultos.
Actualmente enseña a adultos de muchas partes del mundo, que disfrutan de las clases de principio a fin.
“Me encanta la clase porque mi maestra Cheryl es muy divertida”, comenta Ferhad, de Turkía.
“Adoro esta clase porque me siento en familia”, dice Joleslie, de Puerto Rico.
Sesiones de dos horas y media de inglés podrían ser muy pesadas, pero no las de Cheryl. “Hacer las clases divertidas es muy importante. Tienes que conocer a tus estudiantes, saber algo de su contexto, por qué están aquí, qué es importante para ellos”.
Por eso hacen sopas de letras con pasta real, leen cuentos que ella comparte de su infancia y los conecta con la cultura de EE. UU., se disfrazan, desentumen el cuerpo con aeróbicos, juegan, involucran todos los sentidos en sus ejercicios, se abarcan distintos tipos de aprendizaje, y los alumnos avanzan sin casi darse cuenta.
“No sirve saber mucho si no te involucras con las personas. Te debe gustar ayudar, ser alguien que ame a los demás”, comenta.
Y ese cariño se nota. El apoyo de Cheryl va más allá de las aulas, ya que siempre tiene en el radar a sus alumnos: si surge la ocasión, los conecta con oportunidades y experiencias que les puedan enriquecer y apoyar en su camino, haciendo la diferencia en la vida de ellos.
Desearía más apoyo del gobierno para incentivar a los jóvenes a ser maestros, que el salario fuera equivalente a la gran labor que hacen en la sociedad moldeando a estudiantes y formando a grandes personas.
“Enseñar es una de las profesiones más duras del mundo, el sueldo es bajo, pero te recompensa. Cuando mis estudiantes están felices, yo estoy feliz”, concluye.
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*La maestra Cheryl Bendik, al centro, durante una experiencia didáctica sobre el eclipse solar del 8 de abril de 2024. (Cortesía/Cheryl Bendik)