Es difícil decir quién dejó una huella más significativa en la cultura mexicana.
¿Fue Mario Moreno “Cantinflas”, el hombre que, a través de sus diversos personajes, complicaba tanto una simple conversación que nadie entendía de qué hablaba?
¿O fue el pequeño Shakespeare, “Chespirito”, que, con personajes como El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado, cautivó nuestros corazones con estas interpretaciones entrañables?
Podríamos discutir todo el día sobre quién de los dos es el artista más icónico, pero lo cierto es que dejaron una huella duradera que perdurará por generaciones.
CANTINFLAS
(12 de agosto de 1911–20 de abril de 1993)
El gran Charlie Chaplin dijo que Cantinflas fue el mejor comediante de todos los tiempos.
Cantinflas debutó en el cine en 1936 con “No te engañes corazón”, en la que su personaje Don Boni es diagnosticado con una enfermedad mortal y decide pasar sus últimos días haciendo buenas obras.
La película recibió poca atención, pero en 1940 se convirtió en estrella de cine, tras protagonizar “Ahí está el detalle”, donde interpreta al novio del sirviente de un rico industrial que se mete en la casa para matar a un perro rabioso.
Después de “La vuelta al mundo en 80 días”, por la que fue ganador de un Globo de Oro por su papel en la película, continuó con “Pepe”, que incluía cameos de grandes artistas como Frank Sinatra, Judy Garland, Ricardo Montalbán y César Romero, pero el filme no obtuvo éxito.
Tras no haber recibido la aceptación que buscaba en Estados Unidos, regresó a México y protagonizó el drama cómico “El bolero de Raquel”, seguido de las reconocidas producciones “El analfabeto”, “El padrecito” y “Su excelencia”, entre otras, hasta “El Barrendero” de 1982.
También tuvo una serie animada (“Cantinflas Show”), un programa educativo para familiarizar a los niños con personas notables como Chopin, Albert Einstein y Romeo y Julieta de William Shakespeare.
Chespirito
(21 de febrero de 1929 – 28 de noviembre de 2014)
Cuenta una leyenda que Chespirito se ganó su apodo después de impresionar a un director, quien se refirió a Bolaños como un pequeño Shakespeare… un “Shakespearito”.
Bolaños lo pronunciaba como “Chespirito” y de allí nació el nombre artístico.
Por más de 40 años creó cientos de episodios de televisión, además de películas y obras de teatro, capturando los corazones de millones con su estilo de humor limpio.
Sus programas se han traducido a más de 50 idiomas y continúan emitiéndose en plataformas digitales y en algunas cadenas de televisión.
Su oportunidad llegó en 1970 cuando lanzó su propio programa de comedia de una hora.
Empezó dándole vida a dos de sus personajes más atemporales: El Chapulín Colorado, un superhéroe satírico, y El Chavo del Ocho, un peculiar huérfano de ocho años.
Según su sitio web (Chespirito.com), El Chapulín Colorado ayudó a trascender fronteras internacionales, llevando la televisión mexicana al mundo, en la que no solo presentó El Chavo, sino también a “Los Chifladitos” y al Dr. Chapatín, entre otros.