Teherán, 24 may (EFE).- El expresidente conservador iraní Mahmud Ahmadineyad asegura en una entrevista a Efe que la participación en las próximas elecciones será "muy baja" si su candidatura es rechazada y aboga por una mejor distribución de la riqueza para "recuperar la confianza” perdida de la población en el sistema teocrático.
Ahmadineyad, que ocupó la Presidencia iraní entre 2005 y 2013, se ha vuelto a presentar como aspirante a las presidenciales del 18 de junio, aunque todavía no es seguro que su candidatura sea aprobada por el Consejo de Guardianes, que ya le vetó en los comicios de hace cuatro años y que anunciará su decisión en los próximos días.
"Está claro. En caso de que yo sea rechazado, la participación será muy baja y no se puede prever de modo cierto quién ganará", subrayó el exmandatario, buen conocedor de la importancia que el sistema teocrático da a la participación electoral como fuente de legitimación.
A su juicio, "no existe un motivo legal" para un nuevo veto del poderoso órgano encargado de dar luz verde a los candidatos para concurrir a los comicios. Por ello, de ser rechazado, no votará ni apoyará a ninguno de los aspirantes.
En las presidenciales de 2017, el propio líder supremo, Alí Jameneí, le aconsejó no presentarse. En esta ocasión, Ahmadineyad no quiso precisar si hubo alguna presión similar y aseveró que su candidatura se debe a la demanda de la población.
RECLAMO POPULAR
"Mi decisión se basa de nuevo en la petición de la gente. En los recientes años, sobre todo en el último, y especialmente en los pasados meses, hubo mucha presión sobre mí por parte de diferentes sectores de la población, de distintos puntos del país, para que me presente", apuntó durante la entrevista en su oficina del norte de Teherán.
Su liderazgo fue controvertido, en especial su segundo mandato, pero es cierto que el expresidente sigue teniendo un fuerte apoyo entre las clases populares, que confían en que él les va a ayudar en el plano económico.
Se espera que la economía sea el principal tema para los distintos candidatos presidenciales, entre los que destacan el jefe del Poder Judicial, el clérigo ultraconservador Ebrahim Raisí; y el expresidente del Parlamento, Alí Lariyaní; quienes casi seguro pasarán el filtro del Consejo de Guardianes.
La crisis económica ha aumentado el descontento popular de la población con el Gobierno y con el sistema teocrático en general, lo que hace temer una baja participación en los comicios, como ya ocurrió en las parlamentarias del año pasado.
Ahmadineyad señaló que hay que apostar por "las capacidades infinitas y enormes de la nación de Irán para cambiar esta situación", así como distribuir "el poder y la riqueza entre la gente".
POBLACIÓN DISTANCIADA DEL SISTEMA
"La concentración de la riqueza y del poder es fuente de corrupción, del debilitamiento de la gente y de la ineficacia en la economía", aseguró para añadir que ahora "más del 85 por ciento de la economía del país está en manos del Gobierno y las instituciones del sistema".
"La desconfianza se ha hecho generalizada, la gente desconfía tanto del gobernador de una aldea hasta de todo el sistema. Eso no significa que todo el sistema sea culpable de semejante situación, pero está claro que cuando sucede algún problema y el sistema no tiene una reacción adecuada, entre la gente la desconfianza se contagia a todas partes", apuntó.
En los últimos años ha habido en Irán manifestaciones, que comenzaron siempre en protesta por la crisis económica pero terminaron con duras críticas contra el sistema teocrático iraní, establecido tras la Revolución Islámica de 1979.
EL CONTENCIOSO NUCLEAR y EE.UU.
El hundimiento de la economía y del valor de la moneda local, el rial, se debió en gran medida a las sanciones impuesta por Estados Unidos tras su retirada en 2018 del acuerdo nuclear multilateral con Irán, un texto muy debilitado sobre el que ahora se está negociando en Viena para intentar salvarlo.
"Desde mi punto de vista, el JCPOA (siglas en inglés del pacto nuclear) está acabado y la razón es que no se ha regulado según las normas del derecho internacional. Es un contrato totalmente unilateral, y un contrato unilateral no tiene posibilidad de sobrevivir", dijo en alusión a cómo la retirada de EE.UU. dejó este acuerdo multilateral en papel mojado.
Durante su Presidencia, Ahmadineyad mantuvo una postura muy dura y polémica respecto a EE.UU. e Israel e intransigente en cuanto a las negociaciones. El impulso del programa nuclear iraní condujo a la imposición de amplias sanciones internacionales, levantadas tras la firma en 2015 del JCPOA.
Años después se muestra, sin embargo, más conciliador: "Hay unas diferencias entre Irán y Estados Unidos; veámoslas basándonos en la justicia y el respeto si es que queremos que se solucionen", afirmó.
"Quizás algunos quieran que estas diferencias permanezcan. Yo soy de los que no lo quieren, subrayó Ahmadineyad para abogar por una política de "cooperación y paz", pero sin dominación.
Artemis Razmipour y Marina Villén