Tanto maestros como padres en muchos distritos, luchan por alcanzar unos cierres escolares más largos, requisitos de seguridad más estrictos y límites en cuanto a las labores en las aulas virtuales.
Durante estos días, sus preocupaciones han inundado las redes sociales al igual que una serie de manifestaciones en capitolios estatales; algunos hasta amenazan con abandonar sus trabajos si no se cumple con sus demandas.
A finales de julio, el segundo sindicato de maestros más grande del país, tomó una fuerte posición, drásticamente autorizando a sus capítulos locales y estatales a tomar acción si sus distritos no toman suficientes precauciones, tales como exigir mascarillas y actualizar los sistemas de ventilación, antes de reabrir las escuelas.
Los sindicatos de docentes ya han demandado al gobernador de Florida por los esfuerzos de ese estado exigiendo que las escuelas deben ofrecer instrucción en persona.
Los sistemas educativos del país enfrentan una enorme presión pública y política debido a un sentimiento colectivo de que “hacer a los padres volver a sus trabajos requiere sistemas escolares que funcionen, y que el aprendizaje remoto falló esta primavera, profundizando las brechas de raza e ingresos”.
La presión del presidente Trump y la secretaria de Educación, Betsy DeVos –quienes difieren en opinión con muchos educadores– han endurecido la oposición de maestros a regresar a las aulas, incluso en lugares donde el virus está bajo control.
La postura de protesta básicamente se basa en que los líderes políticos están poniendo las necesidades de la economía por encima de su seguridad y presionando a las escuelas para que reabran sin una orientación adecuada o apoyo financiero.
“Cuando se habla del plan de reapertura es como tener una pesadilla. Prefiero que mi propio hijo esté un poco atrasado en el aspecto académico o de socialización antes que verlo muerto”, dice Allison Doherty, maestra y madre de dos estudiantes del Distrito Escolar Público de Boston.
Los líderes sindicales señalan además que muchos educadores superaron las horas de trabajo establecidas en los acuerdos laborales de emergencia, después del cierre de las escuelas en marzo.
De acuerdo a los reclamos, brindaron apoyo técnico a las familias, respondieron correos electrónicos o mensajes de texto de estudiantes y padres hasta altas horas de la noche, según reportó el New York Times.
Una encuesta publicada a finales de julio por el diario neoyorquino, encontró que el 60 por ciento de los padres apoyan retrasar la reapertura de la escuela hasta que el virus esté bajo control.
Las encuestas muestran que las familias negras y latinas, quienes han sufrido desproporcionadamente por la pandemia, expresaron más preocupación por el regreso a la escuela que los padres blancos, pero también dudan del impacto académico y social del aprendizaje en línea.
En la ciudad de Nueva York, donde el número de casos de coronavirus ahora es relativamente bajo, un sondeo de opinión entre padres en el mes de junio reveló que la mayoría de los encuestados estaban al menos algo dispuestos a enviar a sus hijos a las aulas físicas, a pesar de los temores de los maestros.
La presión de los sindicatos magisteriales en California ayudó a impulsar al gobernador Gavin Newsom, a anunciar pautas de último minuto que requerirán a muchos de los distritos del estado, que cubren a más del 80 por ciento de su población, a comenzar clases de forma remota, abriendo aulas solo cuando nuevas infecciones y hospitalizaciones disminuyan significativamente.