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El pulso de Gárate a Vicente Calderón

por EFE (editor@lamegamedia.com)


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Madrid, 23 mar (EFE).- Agosto de 1973. El Atlético, campeón de Liga tres meses antes, está pendiente de la disputa en La Coruña del trofeo Teresa Herrera, al tiempo que José Eulogio Gárate mantiene conversaciones con Vicente Calderón para su renovación. Sin embargo, la negociación se enquista y el nueve amaga con no viajar a la ciudad herculina. El exdelantero recuerda con EFE la figura del histórico presidente, del que este jueves se cumplen 35 años de su fallecimiento, el 24 de marzo de 1987.

Un imponente cartel del Teresa Herrera anunciaba a cuatro campeones. El Atlético, campeón de España; el Ujpest Dosza, de Hungría; el Ajax de Amsterdam, campeón de Europa y de la liga holandesa y con Johan Cruyff en sus filas; y el Spartak Trnava, ganador en Checoslovaquia.

El Atlético tenía en La Coruña el primer test serio de la pretemporada y allí se presentó, con el técnico argentino Juan Carlos Lorenzo como sustituto de "míster látigo" Merkel. El austríaco había sido destituido poco después de levantar la séptima liga del club por unas declaraciones a un diario alemán en las que supuestamente afirmaba estar "hasta las narices" de España. La presencia de Gárate en el torneo fue un enigma hasta el último momento.

El legendario nueve, nacido en Buenos Aires el 20 de septiembre de 1944 y afincado desde los 7 años con su familia en Eibar, había llegado al Atlético en 1966. En el verano del 73 debía renovar su contrato y, en esa gestión, surgió un sorpresivo pulso con Vicente Calderón, un presidente "autoritario y cercano", según declara el exfutbolista, de 77 años, a EFE.

“Calderón me ofrecía un millón doscientas mil pesetas (7.200 euros), pero le dije que creía que me debían subir hasta millón y medio (9.000 euros). El presidente me dijo que no. Me explicó que no podía ser. Ya en mi casa, pensé que merecía más y, cuando Juan Carlos Lorenzo dio la lista de 16 convocados para ir a La Coruña, le dije al club que yo no iba, que me quedaba en Madrid", recuerda el 'ingeniero del área'.

"Calderón era una persona muy cercana. Hablaba con los jugadores mucho. Bajaba al vestuario antes y después de los partidos. Era cariñoso y cercano, pero también disciplinado y autoritario. En el club se hacía lo que él decía. Era un sistema presidencialista. Todos le respetábamos mucho porque sabíamos que tenía la sartén por el mango. Él era el que gestionaba el club en todo", comenta Gárate.

"Entonces era todo diferente. Los futbolistas nos podíamos irnos de los clubes porque no había cláusulas de rescisión. Todo lo contrario, lo que existía era el derecho de retención. Te quedabas sí o sí. Al parecer, el Barcelona había preguntado por mí, pero a mí no me llegó nada. Nadie me dijo nada directamente. De todas formas, yo no tenía ningún interés en irme. Estaba muy bien en el Atlético. Era mi equipo", añade a EFE la leyenda rojiblanca, en tres ocasiones consecutivas 'pichichi' de la Liga (1968-69, 69-70, 70-71).

Calderón fue el gran impulsor del Atlético de Madrid del siglo veinte. Durante su mandato (21 años en dos etapas, 1964-1980 y 1982-1987), los rojiblancos conquistaron cuatro ligas, cuatro copas, una Copa Intercontinental y una Supercopa de España, además del subcampeonato de Europa en la fatídica final de Bruselas. "Deportivamente el Atlético vivió una época muy buena bajo su presidencia. Le teníamos mucho respeto", insiste Gárate.

El presidente era distante y cercano a la vez. "Con Adelardo, que se casó con su hija María, tenía el mismo trato que con el resto. No hacía distinciones", subraya. Adelardo trataba lo justo con su padre político. Su matrimonio le situó, al contrario de lo que se podía suponer, en una posición de desventaja con respecto a sus compañeros y a la afición. "Así era Calderón. No mezclaba el club con la familia. Con Adelardo tenía una buena relación, como con todos, pero quería ser distante", afirma Gárate.

"Eran otros tiempos. La sociedad era distinta. Entonces había mucho respeto por las personas mayores. Ahora es diferente. No digo que sea peor o mejor. Es diferente. La figura de Calderón no se discutía", señala.

La dramática final de Bruselas ante el Bayern de Munich en 1974 dejó huella en el ciclo de Calderón. De allí surgió el mote del "pupas". "Yo no lo veo así. El Atlético no fue el pupas. Tuvimos mala suerte en esa final, pero el fútbol es así. No creo fuésemos el Pupas. Las cosas se consiguen con trabajo. Fue una etapa muy próspera y ganamos muchos títulos".

Cuando a Calderón le llegó que Gárate se negaba a viajar a La Coruña, se asustó. Llamó al delegado, Carlos Peña, y le dijo que fuese a hablar personalmente con el jugador y le transmitiese de su parte que aceptaba su petición. "Me lo dijo Carlos Peña. Vete con el equipo, que el presidente te va a dar lo que le pides. Poco después llegaron Pereira y Leivinha y firmaron, seguramente, por el doble, pero a mí eso no me importaba. A mí no me preocupaba lo que ganasen los demás".

Del 3 al 5 de agosto del 73 se jugó el Teresa Herrera. El Atlético venció en la semifinal al Ujpest húngaro (4-2) y en la final al Spartak Trnava (2-1), con goles de Irureta y el propio Gárate. El nueve fue una de las figuras del preciado torneo y el público, que abarrotó las gradas de Riazor, disfrutó con su fútbol. Gárate volvió a Madrid con la Torre de Hércules y la renovación en el bolsillo.

Vicente Calderón Pérez-Cavada falleció el 24 de marzo de 1987 con 73 años, tras permanecer dos día en coma. Su muerte conmocionó al fútbol español en general y a la afición colchonera en particular. Bajo su mandato, el Atlético vivió un gran esplendor, especialmente en la década de los 70. Treinta y cinco años después, su legado continúa.

Jenaro Lorente



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