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El gran regreso de Lucifer

por Elvia Skeens (eskeens@lamegamedia.com)


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Después de despedirse y confesarle a la detective Chloe Decker (Lauren German) que ella era su primer y único amor, Lucifer Morningstar (Tom Ellis) le dio un beso y se embarcó en un viaje de regreso a casa, sin saber qué pasaría. 

Solo sabía que era inminente abandonar la Tierra porque, de lo contrario, las fuerzas del mal empezarían a llegar para destruir todo lo que él tanto admiraba en Los Ángeles, California, la ciudad elegida como su nuevo hogar. 

Lucifer subió a su trono y empezó a flotar, mientras Netflix mostraba los créditos finales, pero también confirmaba que la serie tendrá una siguiente temporada este 2020.

La popular producción que inicialmente lanzó la cadena Fox en 2016 y mantuvo hasta 2018, consta de cuatro temporadas con un total de 68 episodios.

Esta última completamente bajo el liderazgo de Netflix, con muchas escenas llenas de pecado –pero ¡qué era de esperarse si se trataba del mismísimo Diablo! – se enfocó en la lucha de los enviados del Padre para que cumplieran la misión de llevar a Lucifer a donde pertenece, un cometido que nadie pudo cumplir en ninguna temporada.

“El ángel Lucifer fue desalojado del cielo y condenado a gobernar en el infierno por la eternidad, hasta que decidió tomarse unas vacaciones en L.A.”, con esta descripción, al inicio del primer episodio, se logra comprender exactamente lo que estaba sucediendo en esa continua persecución del Padre al hijo rebelde y resentido por un castigo, según él, injusto. 

Y realmente estas fueron las mejores vacaciones para “Luci” en una infinidad de años de vida. 

Conoció una ciudad con muchas razones para castigar a humanos malportados y a una sicóloga/terapista clínica que mientras le enseñaba a superar sus traumas/frustraciones se convirtió en su mejor amiga.

Aquí descubrió al amor de su vida, la detective Decker, y comprendió sentimientos sinceros que le hacían física y emocionalmente vulnerable al estar cerca de ella.

En L.A. compartió momentos familiares inolvidables con la pequeña hija de Chloe, Trixie (Scarlett Estévez) y se ganó el corazón del personal de LAPD mientras ayudaba a resolver crímenes como asesor/consultor.

Entre acciones ocurrentes y su coqueta sonrisa, motivó el cariño y favoritismo de la investigadora forense latina Ella López (Aimee García), quien  –de vez en cuando – pensaba y hablaba en español. 

En sus continuas visitas a las escenas del crimen  –siempre una por episodio– Lucifer usaba su poder para descubrir verdaderas intenciones/deseos de profundos sentimientos.

Al interrogar a un sospechoso, fácilmente podía obtener esa información para confirmar o descartar posibilidades de implicación. 

Chloe poco a poco fue acostumbrándose a este recurso inusual, así como a su compañía.

La detective terminó siendo amiga y hasta compartiendo un modesto apartamento con la asistente guardián de Lucifer.

Mazikeen (Leslie-Ann Brandt), es un demonio especialista en torturas infernales, que en L.A. se gana la vida como cazadora de recompensas y descubrió que el agua de coco sería su bebida preferida por la eternidad. 

En esta ciudad, Lucifer también se convirtió en tío del pequeño príncipe hijo de Amenadiel (D.B. Woodside). 

El Padre mandó a su otro ángel a rescatar a Lucifer, pero terminó involucrado con Linda Martin (Rachel Harris), la misma sicóloga que tanto aprecia/respeta al amo de la oscuridad.

A pesar de que la producción –ahora etiquetada como Netflix Original–muestra escenas fuertes de contenido no apto para menores, también se enfoca en destacar mensajes de conciencia social, justicia racial, cuestionamientos sobre brutalidad policial y apelar al respeto y tolerancia del amor verdadero entre personas del mismo sexo.

¿Qué anticipan?

En esta quinta temporada –confirmada como la final – el mismo Padre celestial viajará a L.A. para resolver varios problemas terrenales pendientes. 

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